Apulia, el talón de la bota de Italia: el último trozo del desaparecido continente Adria
Apulia es un caso geológico atípico. Pertenece a Adria, un continente que casi desapareció, y llamado recientemente 'Gran Adria', porque era más grande de lo que se pensaba, quizá tanto como Groenlandia. Apulia sólo se fusionó "recientemente" con la bota de Italia, mediante los procesos tectónicos que también crearon los Apeninos y los volcanes italianos. Las cuevas de piedra caliza, los acantilados blancos, el agua turquesa del mar e incluso las casas trullo dicen algo de la geología de este mítico rincón del Mediterráneo.
Texto: Kathelijne Bonne. Edición española: Silvia Zuleta Romano.
Apulia, o Puglia, se extiende desde la montañosa península de Gargano (la 'espuela' de la bota) hasta el extremo sureste de Italia (el talón). Caminé por allí en pleno verano, mientras una cúpula de calor abrasador presionaba sobre el sur de Italia (la ola de calor llamada Cerbero, una apelación que también utilicé para un artículo sobre Nápoles). A pesar de mi cerebro sobrecalentado, esto me llevó a renovar el interés por la geología de la región de las casas trullo, y por cómo encaja en el marco más amplio de la historia natural italiana y europea. Ese marco sólo ha empezado a comprenderse mejor en los últimos años, sobre todo gracias a los geólogos de la Universidad de Utrecht (UU), que reconstruyeron con gran detalle la evolución del Mediterráneo. Adria ocupa un lugar muy destacado en esa reconstrucción.
Italia, y de hecho todo el Mediterráneo, es el frente activo de placas tectónicas en colisión. Las dentadas fronteras meridionales de Europa, con todas esas islas y protuberancias irregulares y desmoronadas, no se parecen en nada a los continentes más grandes y bien definidos con bordes más lisos como África, Australia y América. La forma de Europa se parece más al sudeste asiático o al Caribe en cuanto a desmoronamiento, donde varias placas tectónicas pequeñas rozan entre sí en un complejo rompecabezas.
Gran Adria, un continente del
tamaño de Groenlandia
Las placas tectónicas que forman Europa se separaron del gran continente primordial del sur, Gondwana, hace muchísimo tiempo. Esas placas tectónicas derivaron hacia el norte, impulsadas sobre las 'orugas' del planeta, y colisionaron una a una con Báltica (hoy Escandinavia y Europa oriental), donde yacen las rocas más antiguas de Europa. Adria se separó de Gondwana hace unos 240 millones de años y se sumergió bajo Europa, como veremos.
Los límites extremos de Adria apenas se conocían hasta hace poco, porque en 2019 investigadores de Utrecht "domesticaron" Adria y la pusieron en el mapa, como parte de un estudio a gran escala para comprender mejor la compleja geología del Mediterráneo. Adria resultó ser más grande de lo que sugerían sus restos actuales (incluida Apulia). La Gran Adria, bautizada así por el Prof. Dr. Douwe van Hinsbergen, tenía el tamaño de Groenlandia. La publicación de los resultados de la investigación original en la revista Gondwana Research provocó una avalancha de artículos sobre el "Continente Desaparecido", un título que siempre cautiva la imaginación.
Me han dado permiso para reutilizar el siguiente mapa (del comunicado de prensa "Mountain formation and plate tectonics in Mediterranean for the first time integrally investigated"), en el que se puede ver la Gran Adria situada entre Europa y África, durante el Cretácico Temprano (hace 140 millones de años). Como se puede ver, Apulia solo ocupa una pequeñísima parte de Gran Adria.
Aunque el sur de Europa es generalmente montañoso, Apulia, el talón de la bota, es bastante llana y las rocas son horizontales, no están deformadas. Esto la hace única en el Mediterráneo, donde casi toda la tierra está de algún modo levantada, rota o intensamente plegada por colisiones continentales. En un futuro, también Apulia se encontrará en el estrangulamiento de las placas tectónicas.
Arrecifes en un mar tropical
Durante el Cretácico (hace entre 145 y 65 millones de años), Adria se hallaba en gran parte bajo las aguas claras del mar tropical de Tethys, un mundo vibrante y poco profundo de arrecifes de coral y mariscos, un poco como las Bahamas de hoy. Los yacimientos y fósiles del Tethys se encuentran hoy en Norteamérica, el Sáhara y hasta en lo alto del Himalaya. El famoso mármol de Carrara, en el norte de Italia, también es de origen tetiano.
El nivel del mar en el Cretácico era muy alto debido al clima de efecto invernadero, de modo que las plataformas continentales estaban inundadas y Europa era un archipiélago tropical de islas, como puede leerse en el libro de Tim Flannery "Europa, los primeros 100 millones de años", en el que se analiza con detalle la isla de Hateg, rica en fósiles, entre otras.
El Tethys se extendía tan al sur que se formó un estuario a través del norte de África, que conectaba el Tethys con el sur del océano Atlántico en Nigeria; un mar que rebosaba primero de reptiles marinos gigantes y luego de ballenas primordiales.
El mar Mediterráneo es el último vestigio del antaño enorme Tethys, y se está reduciendo a medida que las placas africana y europea se acercan entre sí. Por ello, el sur de Europa es un activo campo de batalla en el que una placa se sumerge bajo la otra, en el proceso denominado subducción.
El talón de la bota
En la subducción, dos placas "chocan" y una de ellas, la más pesada, se hunde en el manto terrestre. Mientras tanto, la corteza terrestre se pliega y levanta intensamente, creando una cadena montañosa llena de peligrosas fallas y volcanes.
En Italia, vemos lo siguiente (ver imagen abajo): La placa de Adria (naranja) se hunde hacia el oeste a través de la zona de subducción (línea azul) bajo los Apeninos (amarillo). Los puntos rojos son los volcanes. Esta sucesión de geo-regiones es fácil de ver cuando se conduce por la autopista de Bari a Nápoles: el paisaje de meseta y calcáreo de Apulia (Adria) da paso a una zona más llana (la zona de subducción: la Fosa Bradánica, véase más abajo) con campos de cereales y molinos de viento, luego siguen las altas montañas (Irpinia en los Apeninos) y, por último, se desciende hasta Nápoles, donde están los volcanes, entre otros, el Campi Flegrei.
La subducción puede durar decenas de
millones de años, y aún continúa en Italia. A medida que subducía, los
arrecifes de caliza de Adria se desplazaban cada vez más hacia el oeste, cada
vez más cerca de la cordillera de los Apeninos. Estas fuerzas levantaron los arrecifes
sobre el mar: se formó un archipiélago de islotes. Este archipiélago estaba
separado de los Apeninos por una profunda depresión marina, la fosa Bradánica:
el lugar donde Adria se hunde en las profundidades. La Fosa Bradánica se fue
llenando de sedimentos hasta hacerse cada vez menos profunda. Hace quinientos
mil años, durante el Pleistoceno, la fosa se sedimentó por completo, se elevó
sobre el nivel del mar y se convirtió en parte de la tierra.
El talón de Italia se conectó con la bota. Hoy, la depresión bradánica es la zona baja entre los Apeninos y Apulia.
Más al oeste, la placa hundida, debajo la tierra, funde la roca, creando depósitos de magma que entran en erupción en la superficie. Una larga cadena de volcanes recorre la costa occidental de Italia: Campi Flegrei, Vesubio, Etna e Islas Eolias (Sicilia), y varios volcanes inactivos en Toscana y Lacio.
Terremotos y superricos
El riesgo sísmico también es alto en los Apeninos. A diferencia de lo que ocurre en el sur de Turquía, donde los terremotos catastróficos se deben a fallas transformantes, en Italia el desgarro de la corteza terrestre se produce a lo largo de fallas supuestamente "normales". Pero el mecanismo exacto del terremoto les es indiferente las víctimas. Decenas de miles de personas ya perdieron la vida en los tremendos terremotos de Messina (1908), Irpinia (1930, 1980), L'Aquila (2009) y muchos otros.
Un número aún mayor de personas resultaron heridas o se quedaron sin hogar, y muchas se sienten abandonadas por las autoridades. Los generosos fondos locales e internacionales para la reconstrucción son drenados con demasiada frecuencia por la mafia. La decadente lista de millonarios se alarga un poco más después de cada catástrofe. En el último gran terremoto de L'Aquila, algunos científicos fueron condenados por menospreciar el peligro sísmico, pero luego las propias condenas fueron objeto de críticas. Y así se reavivó el acalorado debate sobre la (in)previsibilidad de las catástrofes naturales.
Pero por difícil que sea calcular cómo, dónde y cuándo golpeará la naturaleza, nada impide que las autoridades se dediquen a mitigar sus consecuencias y hagan preparativos en las zonas de riesgo sísmico. Pero eso cuesta dinero.
Casas de trullo
En Apulia, el riesgo sísmico no es muy alto, nos aseguró el guía en las famosas cuevas de Castellana Grotte, donde afiladas estalactitas cuelgan por encima de nuestras cabezas. La zona de riesgo está demasiado lejos para causar estragos aquí. Los procesos geológicos de Apulia son más bien lentos, como la formación de hermosos suelos rojos y el agua de lluvia infiltrada disuelve la caliza y se forman cuevas, llenas de agua subterránea rica en minerales.
En la superficie, la caliza se utiliza como piedra de construcción, lo que confiere a las ciudades y pueblos un hermoso color blanco. La piedra caliza blanca tiene otros efectos agradables: playas y acantilados blancos y agua de mar azul turquesa. Como el agua de lluvia se hunde en la caliza, hay pocos ríos que enturbien el mar.
La piedra caliza de capas finas, que sólo se encuentra en cierta parte de Apulia, se utilizaba para fabricar las tejas de los trulli, que se apilaban unas sobre otras sin mortero para formar un tejado en forma de cono. Los trulli están diseminados por las zonas rurales de Apulia y fueron construidos por los agricultores como almacenes temporales. Con el tiempo, se convirtieron en casas de campo o granjas, y hoy muchos trulli se han reconvertido en hoteles, restaurantes y tiendas.
Los trullos más antiguos que se conservan datan del siglo XVII, pero se cree que la forma de construcción original se remonta a la Antigüedad, e incluso a la Prehistoria. Griegos, fenicios, mesapios y romanos están probablemente entre medias por algo. La mayor concentración de trulli sigue estando determinada por la geología: sobre todo en Valle d'Itria, las capas de piedra caliza tienen el grosor adecuado para ser cortadas en tejas regulares. Para disfrutar al máximo de los trullos, el turista debe dirigirse al pueblo de Alberobello, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde uno se encuentra en un verdadero mar de trullos.
A día de hoy, la historia de los trullos es objeto de debates vivaces, y este patrimonio cultural es tan único como la geología de Apulia.
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La historia de Apulia es similar a la del mármol de Carrara, del que Miguel Ángel escogió las piezas más nobles para crear su Davide. Puedes leer más sobre los volcanes italianos en "Volcanes de Europa", o en un artículo anterior sobre el desconocido pero peligroso volcán Campi Flegrei, cerca de Nápoles. El Vesubio se trata brevemente en "Volcanes, plástico y mafia", y en "Erupción plástica en el Golfo de Nápoles". "Océano Tethys: el océano desaparecido del mundo está ahora en las montañas", sigue siendo muy leído, y es un buen complemento a este artículo sobre Apulia. Algunos conocimientos más básicos sobre la tectónica de placas y su descubrimiento (tras más de 100 años de oposición) también ayudarán a comprender mejor la historia pasada de Italia.
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Kathelijne: Como amante de la naturaleza y científica de la Tierra, me intriga cómo interactúan la vida, el aire, el suelo, las rocas, el océano y las sociedades en escalas de tiempo geológicas y humanas.
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