El dilema del árbol del cielo: una especie con éxito en un mundo arrasado

05.10.2022

El llamado árbol del cielo está invadiendo el mundo. National Geographic lo llama 'árbol del infierno' porque es indestructible y por lo tanto malo. También conocido como ailanto, brota en un abrir y cerrar de ojos y ha conquistado continentes enteros. Es como si la naturaleza se riera de nuestro furor por la deforestación. Por eso, ha llegado el momento de reflexionar sobre las especies invasoras y cómo les hemos puesto la alfombra roja.

Texto y fotos: Kathelijne Bonne. Edición española: Silvia Zuleta Romano

Esta primavera me pareció una pena que, en una esquina de la calle llena de flores y hierba en Torrelodones (Madrid), se estuviera muriendo un hermoso almendro. En junio, toda la vegetación, incluso el árbol seco, fue quitada como medida anti incendio. Quedó vacía mi esquinita bonita. Cuando volví a principios de septiembre, había un denso conjunto de árboles del cielo en el mismo lugar, el más grande ya de 2,5 metros de altura y, a pesar de la extrema sequía del pasado verano, muy cargado de bellas y sanas hojas compuestas. (Ahora, meses más tarde, ya han talado todos los brotes).

Este verano también estuve en Nápoles, y me di cuenta de la invasión de árboles del cielo en todas etapas de desarrollo, desde tiernos brotes hasta fuertes ejemplares adolescentes y adultos. Están por todas partes, sobre todo en los mal cuidados bordes de las carreteras y las calles y también entre los adoquines.

Mejor un árbol invasor que el asfalto desnudo, ¿no?

Verdaderos pioneros, esos árboles del cielo. Sugiero que las agencias espaciales las utilicen para transformar otros planetas en mundos habitables para los humanos.
Verdaderos pioneros, esos árboles del cielo. Sugiero que las agencias espaciales las utilicen para transformar otros planetas en mundos habitables para los humanos.
Esquinita con muchos brotes (Torrelodones).
Esquinita con muchos brotes (Torrelodones).

Cabe hacerse unas preguntas. ¿El árbol del cielo crece tan bien porque encuentra poca resistencia en nuestros empobrecidos ecosistemas? O mirándolo de otra manera: ¿No deberíamos alegrarnos de que haya al menos un árbol, y muy bonito (aunque apestoso) que no sea víctima de nuestra manía de talar y de nuestro hambre de productos forestales? No soy un especialista en silvicultura, así que no es mi intención publicar un informe técnico sobre el estado de esta especie arbórea. Permítanme más bien entrar a regañadientes en la polémica del árbol del cielo, sacarlo a colación como metáfora y dar pie a la reflexión.

Las ruinas del capitalismo

Quiero contarles que he leído un libro bastante audaz que me ha llamado la atención, ya que puede tener un impacto en la forma de pensar sobre la naturaleza: "La seta del fin del mundo", de la estadounidense-china Anna Lowenhaupt Tsing. Describe la ecología y la sociología que giran en torno la seta matsutake, un manjar en Japón. Toda una maraña de andanzas humanas y marginalidad rodea la búsqueda -y el consumo- de este hongo. El matsutake se encuentra en todo el hemisferio norte, pero sólo crece donde él quiere; no se puede cultivar en una granja o vivero. Tienes que ir a buscar en un determinado tipo de bosque. Prefiere los "nuevos" bosques post-apocalípticos, donde los antaño primigenios fueron talados, minados, quemados, o donde han explotado bombas atómicas y donde ahora reinan "especies exóticas no deseadas y 'sin valor' para la tala.

Hermoso ejemplar ornamental en un jardín en Bélgica, de ya más que 70 años (en el momento de escribir, se está talando el bosque de hayas detrás del ailanto)
Hermoso ejemplar ornamental en un jardín en Bélgica, de ya más que 70 años (en el momento de escribir, se está talando el bosque de hayas detrás del ailanto)

Aman los lugares contaminados

La metáfora que utiliza Anna Lowenhaupt Tsing, "el matsutake muestra que la vida es posible en las ruinas del capitalismo", suena un poco sombría, pero no lo es. La conclusión es que allí donde la humanidad ha esquilmado la naturaleza, han surgido lugares sin valor según los estándares capitalistas, pero en los que todavía pueden ocurrir cosas valiosas. Volvamos ahora al árbol del cielo.

Al igual que el matsutake, este árbol ama las condiciones perturbadas y contaminadas y se apresura a colonizarlas. Es un verdadero pionero. Es resistente a la sequía y en cuanto a la contaminación, es una de las especies más resistentes del mundo (fija el mercurio del suelo en su biomasa y ni siquiera parpadea, e incluso tolera razonablemente bien la radiación ultravioleta).

Ailanthus altissima, tree of heaven, árbol del paraíso, como quiera llamarse, procede de China y fue importado a Europa y al Nuevo Mundo como árbol ornamental en el siglo XVIII, cuando la chinoiserie estaba de moda. Mientras tanto, este árbol se ha convertido en una plaga en todo el mundo. Está catalogado como "organismo no deseado" en muchos países. 

Sólo un punto débil, como Aquiles

El árbol del cielo se reproduce a la velocidad de la luz, mediante semillas e incontables brotes (siendo clones). Además, emite aleloquímicos que interfieren en el desarrollo de otras plantas, obteniendo así una ventaja competitiva. Pero como la mayoría de las especies pioneras y temerarias, o héroes como Aquiles, el árbol del cielo es aventurero, vive rápido ... y muere joven. A menudo no llega a los cincuenta años, a pesar de su aspecto esplendoroso.

¿Y cómo se resiste la naturaleza a las invasiones de especies exóticas? Según Peter Wohlleben, silvicultor y autor del prodigioso La vida secreta de los árboles, las interacciones naturales garantizan que un ecosistema nativo sano mantenga a raya a las especies invasoras. El ecosistema local siempre se recuperará del ataque de una especie exótica aparentemente inconquistable, aunque la recuperación natural puede llevar varias décadas. Así que, en la naturaleza, el árbol del cielo tendrá que bajar los humus y retroceder de forma natural. Pero, como sabrás, estamos lejos de un ecosistema natural integrado y saludable. Se da rienda suelta a las especies invasoras.

Aun así, todo ser vivo tiene su punto débil.

El árbol del cielo no se siente bien si hay mucha sombra y sufre la falta de luz. Es su talón de Aquiles. Pero de ahí que germine sobre todo en los claros donde han caído otros árboles y han creado zonas luminosas, o donde se está talando. Y como los claros se expanden, el árbol del cielo simplemente sigue la orden de sus genes: ¡Ve y multiplícate! 

Pero puede que haya otra debilidad. Y aquí nos encontramos de nuevo con un hongo. Algunos especialistas han descubierto un hongo del suelo que es letal para el árbol del cielo. Pero, ¿hasta qué punto sería prudente liberar ese hongo en lugares que no son su hábitat natural? Podría ser catastrófico. 

¿Monocultivo del árbol del cielo?

Junto a las vías, también las plantas amarillas arriba son árboles del cielo (España).
Junto a las vías, también las plantas amarillas arriba son árboles del cielo (España).

Los especialistas forestales saben, sin duda mejor que yo, cómo abordar el problema del árbol del cielo. En efecto, es deseable que mantengamos la biodiversidad lo más alta posible y que no acabemos en un monocultivo de árboles del cielo. Pero los expertos forestales deben ser escuchados por los responsables políticos, su experiencia debe ser tomada en serio y sus planes de restauración de la naturaleza deben aplicarse.

La tala de bosques no sólo es un problema en la selva amazónica (dónde la deforestación está vinculado a la industría de carne) y en los países en vías de desarrollo de los trópicos, sino que también ocurre en las llamadas partes "civilizadas" del mundo, como Europa.

Mientras lees esto, se están talando bosques vírgenes en Europa del Este y del Norte, por no hablar de Ucrania, para satisfacer nuestra hambre de muebles, pellets, biomasa y otros productos de madera, entregados con dudosas etiquetas FSC. Esto crea oportunidades para el avance de ejércitos de organismos "no deseados", que colonizarán los nuevos campos de batalla (pero que no podrán compensar rápidamente la pérdida de servicios del ecosistema realizados por el antiguo bosque virgen o los bosques existentes).

Voy a ser franca sin pretender ser una experta: a pesar de que estamos en el ojo de una tormenta de árboles del cielo por nuestras propias acciones, me alegro de que ese árbol exista, una señal esperanzadora de que la naturaleza es más fuerte que nosotros. Si le damos la oportunidad de recuperarse, podemos dejar que otras especies de árboles den una lección al árbol del cielo y lo pongan en su sitio, como una especie mansa más entre muchas. 

Y si no somos capaces, personalmente prefiero vivir en un mundo cubierto de árboles del cielo que sin árboles.

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Artículo por Kathelijne Bonne, geóloga y científica del suelo.

Traducción del original en Holandés, en Planeetzusjes.

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